Mareos y vértigos
La sensación de tambalearse o de que todo gira a su alrededor, de no poder moverse con seguridad por una habitación o, incluso, la sensación de una pérdida de consciencia inminente, más que una situación molesta, supone una experiencia aterradora para la mayoría de las personas. El vértigo se define en términos médicos como una falsa impresión de movimiento entre la persona y su entorno. Se distingue entre vértigo rotatorio, vestibular, por elevación, cinetosis e inestabilidad. El vértigo se vive en la cabeza.
No es una enfermedad en sí, sino un síntoma múltiple; un síndrome que puede suponer una gran carga para el afectado y llegar a suponer un peligro debido al riesgo de caídas. El vértigo puede aparecer en crisis o de forma continua. Se puede manifestar como sensación rotatoria o de tambaleo, inestabilidad o como obnubilación. El vértigo puede ser un síntoma de una enfermedad inocua y fácil de tratar, pero también podría ser el primer síntoma de una insuficiencia vascular grave en el cerebro. Dado que el vértigo se vive con un importante componente de ansiedad, también podrían incidir factores psíquicos.
La mayoría de los tipos de vértigo dispone de tratamientos eficaces. El objetivo es identificar la patología de base específica del paciente con ayuda del relato personal de sus síntomas y de una exploración física precisa. Para documentar un posible vértigo existente, ¡aquí le dejamos un diario! En cuanto al diagnóstico, los pacientes se beneficiarán de un diagnóstico moderno e interdisciplinar (oftalmología, neurorradiología, medicina interna, traumatología).
Movimientos de la cabeza, tumbarse o darse la vuelta en la cama, incorporarse, agacharse, andar: todos estos movimientos pueden inducir el vértigo. A menudo, el vértigo se ve acompañado por molestias como las náuseas o el vómito, cefaleas, hipoacusia, visión doble, sensibilidad a la luz o al ruido. El tipo y la duración de las crisis de vértigo aportan indicios valiosos al médico sobre la causa del vértigo.
- El vértigo posicional paroxístico (de aparición repentina) benigno es el que se presenta con mayor frecuencia; se trata de una forma inocua del vértigo, aunque muchas veces no llega a diagnosticarse correctamente. El origen de este vértigo se encuentra en el órgano del equilibrio. Consiste en pequeños cálculos que penetran furtivamente en el sistema vestibular del oído interno y transmiten señales erróneas al cerebro en dependencia estricta de los movimientos rápidos de la cabeza. Generalmente, son los movimientos bruscos de la cabeza los que desencadenan el vértigo, como los efectuados al despertarnos por la mañana o al incorporarnos de la cama. El tratamiento del vértigo posicional benigno es sencillo si se interpreta bien el cuadro clínico. Las «piedrecitas del oído» pueden volver a colocarse en su lugar originario con una secuencia especial de movimientos y posturas corporales. Concluida la secuencia, el vértigo se suele desvanecer enseguida. Se trata de una de las medidas más sencillas, baratas y eficaces de la medicina en general, que lamentablemente se practica muy raras veces.
- La insuficiencia vascular cerebral muchas veces se manifiesta con vértigos; en estos casos, el diagnóstico es importante para prevenir los accidentes cerebrovasculares (ACV) o ictus.